La investigación etnográfica tiene una característica esencial: cuando no se realiza sobre espacios sociales de Internet (netnografía), exige al investigador desplazarse hasta el lugar donde se desarrolla la acción, hasta el espacio propio de los informantes.
Cuando el investigador se desplaza, lleva consigo las herramientas que necesita para realizar el trabajo de campo (grabadora, cámara, bloc de notas, smartpen…), según lo requiera la ocasión y siempre pensando en que lo que va a hacer es registrar datos de campo, información potencialmente relevante para la investigación.
En algunas ocasiones, el etnógrafo necesita hacer una comprobación de última hora en sus materiales de campo, o en los datos preliminares de investigación, o en los datos ya acumulados y se encuentra ya desplazado, fuera de su despacho, y sin tiempo material para regresar y hacer la añorada comprobación. En otras, una vez finalizado una sesión de trabajo de campo, el etnógrafo tiene la necesidad imperiosa de volcar la información recabada en un lugar seguro, que quede registrada definitivamente para engrosar el cuerpo de la investigación. En ambos casos, la tecnología viene a nuestro encuentro.
Si las circunstancias lo permiten, el etnógrafo puede llevar consigo un portátil o netbook que contenga los datos de investigación y consultarlos in situ. Asimismo, una vez concluida la sesión de trabajo de campo, puede volcar en el portátil el registro correspondiente en su cuaderno de campo digital. Pero, ¿es eso suficiente?
Desde nuestra experiencia, lo ideal es que no haya forma material de que esa información se pierda y la mejor solución es que el portátil no sea el depositario último de nuestros materiales. ¿Y cómo lograrlo? He aquí nuestra opción: depositando todos los materiales en espacios seguros online. El portátil se transforma entonces en un mero intermediario, el instrumento para llegar al lugar seguro para nuestros datos. Y, como mero intermediario, puede ser sustituido por cualquier otro dispositivo que permita una entrada ágil de los datos (tableta, smartphone…), de menor tamaño y, por tanto, más fácilmente transportables. Los cuadernos de campo, las entrevistas, se van volcando en una plataforma online, de la que se hacen copias locales regularmente. El etnógrafo puede acceder a los datos desde cualquier lugar; sólo necesita estar conectado.
De este modo, el instrumento imprescindible pasa a ser, entonces, una buena conexión a Internet. Obviamente, no es siempre posible, aunque cada vez es más frecuente poder contar con ella en los lugares más remotos. Si no es posible, un paso preliminar: digitalizar rápidamente el registro de campo y, en cuanto haya conexión, pasarlo a la plataforma online.
Gestionar la investigación a través de una plataforma online ofrece numerosas ventajas. Os hemos comentado una: la de permitir al etnógrafo que vaya con sus datos a cuestas así como que vuelque sus registros en una plataforma segura nada más realizar el trabajo de campo. Más adelante, comentaremos otras.