Una anécdota recién salida del horno: un padre está enseñando a su hija de 10 años la función de buscar y reemplazar en un procesador de textos. Después de practicar con unos cuantos ejemplos, a la niña se le ilumina la bombilla de la picardía y pretende gastarle una broma a su papá, transformando su elaborado texto en una sucesión interminable de “discutibles”. Dicta a su padre: “busca palabras y sustitúyelas por discutibles [ji, ji, ji]”.
Antes de pulsar en el apocalíptico “Reemplazar todos”, el padre da una oportunidad a la hija para reflexionar sobre la orden que va a ejecutar: “¿Qué crees que va a pasar?” La niña se huele que algo no va según lo esperado, reflexiona unos segundos y responde: “nada”.
¡Eureka!
Lo que iba a ser una típica clase de ofimática se ha transformado en una lección fundamental sobre los límites de las máquinas para procesar el lenguaje natural. Y, así, el padre concluye: “un ordenador no piensa como lo haría un humano; el ordenador buscará exclusivamente la palabra “palabras” (con todas sus letras), sin entender su significado o lo que tú pretendías al introducir ese concepto.”
Fin de la anécdota. Si os interesa leer un poco sobre el tema PLN (en inglés, NLP –Natural Language Processing-), lo hemos abordado en algunas entradas anteriores: Los diferentes ritmos de la netnografía, Co-innovación y etnografía, Las redes sociales exponen a la empresa y Say congrats! O los peligros de la automatización.