Recompensas del cuaderno de campo

Cuaderno de campo en papel

Haciendo limpieza me he encontrado un viejo cuaderno de campo. Es “literalmente” un cuaderno, con anillas y todo. Corresponde a una de mis primeras investigaciones etnográficas. Está lleno de datos, direcciones, notas, dibujos… Muchas de las páginas tienen una línea a lápiz que las cruza en diagonal. Recuerdo que era así cómo iba marcando las páginas que pasaba a limpio y completaba en el ordenador.

Los tiempos han pasado y hace muchos años que no uso un cuaderno de estas características. Tiro bastante de cámara (fotografío cualquier cosa que considere relevante para el cuaderno), anoto cualquier dato concreto que así lo requiera en el móvil (o en el dispositivo que lleve encima) y redacto cada registro directamente en el wiki privado de proyecto. Lo que no ha cambiado es la esencia del cuaderno de campo, su utilidad para la investigación y el esfuerzo mental que exige llevarlo al día y con el grado de detalle que exige un estudio.

Un cuaderno de campo es un instrumento extraordinariamente flexible. En cierto sentido, la elaboración de cada registro refleja la actitud y la posición en el trabajo de campo, en qué estaba la mente del investigador mientras realizaba la observación participante, en qué estaba fijando su atención especialmente. Y, por supuesto, la evolución del cuaderno en su conjunto nos permite ver la evolución de la misma investigación, cómo anotaciones que en un primer momento parecían carecer de importancia se tornan imprescindibles cuando la investigación ya está más avanzada. O cómo, poco a poco, se empieza a construir una teoría.

Los primeros registros del cuaderno de campo de una investigación deben ser hiperdetallistas: todavía no sabemos qué dato será relevante para la investigación; por tanto, toda información es valiosa a priori. Luego, determinados detalles comenzarán a ser prescindibles, al constatarse su falta de relevancia para la investigación. Conforme la investigación avanza, el cuaderno comenzará a trufarse de hipótesis y pequeñas incursiones analíticas que, de confirmarse como válidas, constituirán un gran avance de cara a los resultados finales de la investigación. Esa es la belleza del cuaderno de campo. Te acompaña durante toda la investigación, te permite afrontar cada nueva sesión de trabajo de campo con más seguridad que la anterior y te ayuda a dirigir la atención adecuadamente para el cumplimiento de los objetivos últimos de la investigación.

Pero aun siendo así de flexible y estando tan vivo como la investigación misma, desde nuestra experiencia consideramos crítico incluir siempre, en cada registro, unos datos básicos que, a la larga, siempre van a resultar útiles: fecha y hora de registro, lugar donde se ha realizado la sesión, personas contactadas y objetivos que se buscaban con la sesión.

Después de estos datos, el registro en sí mismo: la descripción de lo que ha acontecido, nuestras impresiones si las consideramos relevantes, detalles de comportamiento, actitudes, valoraciones… Y, si tal y como hemos dicho, este registro variará según el estilo del investigador y en función de lo avanzada que esté la investigación, su autor deberá tener en cuenta que su lectura debe ser lo más provechosa posible para el resto del equipo de investigación; en este sentido, cualquier comentario, cualquier anotación, debe estar justificada y contextualizada.

Los beneficios de emplear este instrumento llegarán inmediatamente. De pronto, una anécdota que consideraste irrelevante en un primer momento, pero que no dudaste en dejar reflejada en el cuaderno, se torna crítica en la construcción de la teoría que dará buena cuenta del fenómeno de estudio. En ese momento, vuelves la mirada atrás y encuentras una prueba evidente de lo que ahora ya puedes considerar un dato esencial.

Un ejemplo:

En el marco de una investigación sobre uso del espacio urbano madrileño por parte de diferentes comunidades inmigrantes, registré en diferentes ocasiones cómo los informantes me citaban en lugares indicándome una estación de metro: “Me dice que podemos quedar en Estrella”. Y lo que parecía una información poco relevante se convirtió en un dato: en sus primeras etapas de estancia en Madrid, la forma de desplazamiento de los inmigrantes era prioritariamente el metro y tenían conceptualizada la ciudad por el plano del metro. Pudimos confirmarlo una y otra vez.

Luego, en un plano más práctico, os dejo con otro ejemplo del reaprovechamiento que puede hacerse de un cuaderno de campo detallado y que siga las pautas que hemos descrito:

Para la investigación que estamos realizando ahora, necesitaba contactar con un informante de otra investigación anterior. Sabía su nombre, que vivía con sus padres y que tuve la ocasión de hablar con ellos en una ocasión. Busqué el dato en el cuaderno de campo y allí estaba todo: su nombre, el nombre de sus padres, dónde hablamos por primera vez… Así, la llamada no ha sido a puerta fría, he podido refrescarles la memoria con datos concretos y se me ha abierto la puerta inmediatamente. En definitiva, que gracias a un cuaderno detallado de una investigación, se me ha facilitado el trabajo en otra.

2 comentarios en «Recompensas del cuaderno de campo»

  1. José E. Benítez Responder

    Hola Pablo. El tip del celular para anotar ideas es muy bueno, creo que eso sustituye a la libretita que se lleva en el bolsillo de la camisa. En el contexto en que vivo usarlo delante de un público extraño puede despertar sospechas, hay experiencia que los pillos envían mensajitos con claves para cometer fechorías. No confío mucho en la cámara, se puede llenar de datos inútiles, fotos innecesarias y malas, creo es mejor y más fiel el dibujo porque refleja la idea de ese momento, aunque conlleva tener un cuaderno enfrente.
    Me gustó mucho tu artículo porque refleja lo que es ese documento.

  2. Pilar Azagra Responder

    Gracias por tu comentario, José; no tanto por rebautizarme (no había caído en la cuenta de que no firmo los artículos y que “pazagra” se presta a confusión :), sino por lo que aportas.

    El móvil y cualquier dispositivo que permita fotografiar y dejar constancia de un contexto es un lujo… que no siempre puede utilizarse. En cualquier caso, la presencia masiva de dispositivos móviles hace que cada vez llame menos la atención y eso facilita mucho las cosas. Recuerdo hace sólo nueve o diez años lo difícil que era sacar una cámara en ningún sitio, las suspicacias que despertaba… Ahí, la libreta y el dibujo se imponían, pero no suplían en absoluto lo que puede aportar una cámara.

    Ahora la cosa es más fácil, pero debe emplearse este recurso con tiento y cuando lo requiera y permita la situación. Lo que desde luego no puede hacer la fotografía es sustituir al cuaderno de campo. Ni siquiera el vídeo. Es sólo un complemento. El cuaderno aporta mucha más información, porque es el investigador el que lo escribe, volcando en la redacción el conocimiento acumulado, sus impresiones, toda la información que es capaz de procesar o que, conforme avanza la investigación, considera más relevante.

    Saludos,
    Pilar

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