Llevamos tiempo sin actualizar el blog y, una vez más, tenemos una justificación: el curro. Como sabéis, este blog lo mantenemos Juan Luis Chulilla y yo misma y procuramos que las entradas sean actuales, verdaderas y basadas en nuestra experiencia de investigación y consultoría. Por tanto, priorizamos la actividad empresarial sobre la actividad bloguera para que cada post responda a los objetivos de comunicación que nos hemos marcado. El título de este artículo responde a una experiencia reciente. Llevábamos varios meses involucrados en un proyecto 100% netnográfico, de registro y análisis de información sensible para una determinada empresa. El proyecto iba bien, pero estábamos empezando a acusar un fenómeno: el de la aculturación online.
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la realidad offline y la realidad en Internet se caracterizan por culturas específicas que deben ser tenidas en cuenta a la hora de realizar una investigación etnográfica. Si nos encontramos en el mundo real, realizaremos observación participante, interactuaremos, hablaremos con las personas, nos identificaremos como etnógrafos, entrevistaremos y analizaremos el contexto en el que se desarrollan las acciones desde dentro. Si nos encontramos en espacios sociales de Internet, actuaremos como más nos convenga en cada momento: participando anónimamente si lo requiere la ocasión y lo vemos útil en algún sentido (las menos de las veces) y, sobre todo, leyendo las participaciones libres y generalmente anonimizadas (vía nick) de los usuarios que tratan los temas que nos interesan.
La cuestión es que, sobre un determinado tema, el tratamiento que se realiza en el mundo real y en el mundo online pueden diferir. Si bien somos plenamente conscientes de que debemos adaptarnos al medio metodológicamente, por momentos uno puede olvidar que el tema en sí puede estar siendo tratado de forma específica en Internet, y diferente a como se trata en el mundo real. También ocurre que las personas que hablan de determinado tema en el mundo real no son (no tienen por qué serlo) las mismas que hablan del mismo en Internet.
Diferentes formas de abordar un tema + Diferentes tipos de personas abordándolo = Visión/Comprensión diferente del tema según se analice exclusivamente offline o exclusivamente online.
Uno puede no darse cuenta de esto durante algún tiempo. Pero, de pronto, la creciente profundización en el conocimiento sobre la materia que te ocupa te lleva a darte cuenta de que hay modismos, expresiones, formas de describir los fenómenos, etc. que sólo se encuentran en los foros y otros espacios online y rara vez en documentos oficiales, en el diálogo con los profesionales del tema, etc. Y ahí salta la alarma: ¿cuál es el rasgo que comparten los usuarios de Internet que hace que participen de una misma forma de abordar determinados temas? ¿Se alimentan de fuentes parecidas? ¿Tienen contacto experiencial, en el mundo real, con los temas que están tratando?
Y una vez que ha saltado la alarma, se plantea la solución. Es lo que hemos hecho nosotros. Hablamos con nuestro cliente y le planteamos la posibilidad de hacer unas cuantas sesiones de etnografía en espacio real. Lo organizamos de forma que respondiera netamente a los objetivos de investigación y que nos diera una visión completa (y, finalmente, complementaria) de los temas que estábamos abordando netamente por Internet. Y el resultado fue magnífico.
La etnografía clásica, diálogo con personas involucradas en el tema, observación participante en el mundo real, se ha demostrado un complemento muy enriquecedor para los resultados ya buenos de la netnografía. De pronto, algunas incertidumbres sobre el tratamiento online que se hacía de determinados temas se han evaporado. Una vez comprendidas algunas diferencias esenciales entre los protagonistas de las acciones offline y los protagonistas de los discursos online, entre sus diferentes grados de conexión con el tema que nos interesaba, hemos podido realizar una análisis aún más productivo y provechoso para nuestro cliente.
Pero, ojo. Esto no podría haberse realizado al comienzo de la investigación. Para empezar a detectar que algo chirría, hay que haber profundizado mucho en un tema, haber analizado muchos discursos o haber intercambiado informaciones esporádicas con expertos. Y eso no se hace de la noche a la mañana. Requiere tiempo. Por eso, nuestra experiencia ha sido 100% provechosa: porque ha llegado a su debido tiempo, cuando el detector de “cosas chirriantes” ya estaba dando sus primeros pitidos.