Transcripción: pasársela a un tercero o hacerla uno mismo

Cascos y teclado para la transcripción

Es el sueño de cualquiera: que las transcripciones te las haga un tercero. El etnógrafo hace una entrevista en profundidad y luego pasa el archivo digital a un transcriptor profesional para que le haga la transcripción a cambio del importe que se acuerde.

Es un sueño, sí, ¿pero es la mejor opción?

Definitivamente NO.

Si las circunstancias lo permiten, esto es, si se cuenta con el tiempo suficiente para poder conjugar trabajo de campo y tiempo dedicado a transcripción, las ventajas de hacer uno mismo las transcripciones son enormes:

  1. Si se hacen inmediatamente después de una entrevista, ayuda a rememorarla con un elevado grado de detalle. Mejora el recuerdo y, por tanto, la calidad de los datos que se extraerán del mismo.
  2. Al escuchar uno mismo la entrevista, recordará detalles gestuales, elementos de la conversación que no se perciben en el texto escrito pero que definen severamente la naturaleza del discurso.
  3. Si la grabación contiene momentos de baja calidad de audio, un transcriptor profesional que no ha asistido a la entrevista tendrá que dejar huecos en blanco. Si la transcripción la hace uno mismo, será más fácil que pueda reconstruir con fidelidad las partes que no se escuchen con nitidez. Aquí, una vez más, ayuda el realizar la transcripción lo antes posible; no dejar pasar mucho tiempo desde el momento de la entrevista.
  4. El momento de la transcripción es inspirador: lo que uno no puede permitirse mientras realiza la entrevista -tomar notas que ayuden al análisis posterior- puede hacerlo mientras transcribe. Una transcripción puede llegar a trufarse de una cantidad significativa de ideas y notas.

Si sigo pensando, encontraré otros muchos motivos por los que resulta conveniente que el mismo etnógrafo transcriba sus entrevistas, pero de momento me han salido estos cuatro. El contratar los servicios profesionales de transcripción es imprescindible en algunas ocasiones, cuando los plazos son extremadamente ajustados o se trabaja en proyectos etnográficos muy amplios, en los que participan un buen número de etnógrafos. Pero, siempre que lo permitan las circunstancias, que el etnógrafo realice la transcripción aporta mucho más valor que tiempo consumido.

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